Palmyra

En los confines del desierto oriental sirio se erigen majestuosas las ruinas de la antigua ciudad de Palmyra. Su nombre se debe a su especial ubacion en un oasis de palmeras, del que cada familia local posee una parcela.
La importancia de Palmyra deriva de su ubicacion estrategica. Fue una cuidad tributaria del imperio romano y se convirtio en barrera de contencion para los enemigos del imperio en oriente. Tambien por eso Palmyra gozo de cierta autonomia concedida por el imperio, lo que le permitio desarrollarse y alcanzar el esplendor del que aun hoy quedan vestigios.
El momento de mayor auge se dio con la autoproclamada reina Zenobia (no reconocida por Roma) que expandio su efimero reino afirmando descender de la mismisima Cleopatra.



Las ruinas son espectaculares y de un tamanio que no habiamos visto nunca. Se expanden por el desierto, dejando ver desde cardos mazimos,


templos y tumbas,






hasta un castillo en lo alto de una montania.
El pueblo construido en los alrededores de la ciudad antigua vive del turismo y sobre todo de los turistas ocasionales que van alli a pasar el dia. Ver el sol esconderse detras de la antigua ciudad de Zenobia casi en soledad le termina de dar el toque magico al lugar. Es por eso que pasamos ahi dos noches.
Antes de la explotacion turistica de las ruinas, los actuales pobladores de la ciudad nueva vivian entre ellas (algo similar o que pasa en Petra).


De esa epoca aun conservan la parcelacion del oasis. Una de las cosas mas lindas que nos paso fue adentrarnos a caminar por el, sitio ignorado por los circuitos turisticos. Ahi dentro dos locales nos invitaron a conocer sus respectivos jardines contandonos, entre senias e intentos de traduccion simultanea arabe/ingles, los distintos cultivos que tienen ahi. Hasta nos hamacamos cual Tarzan en una palmera!




Y como nuestro viaje es tan especial, llovio en el desierto.