sábado, 27 de marzo de 2010
Al otro lado del muro
No fue un cruce de fronteras "formal", pero sí un cruce de fronteras políticas, culturales y religiosas lo que nos llevo a Belén (o Bethlehem).
Tomamos un bus desde la estación árabe de Jerusalem. A medio camino, el autobús paró frente a un enorme muro de 8m de altura que separa Israel de los territorios palestinos o West Bank, así llamado por situarse en la orilla este del río Jordán. Para pasar de un lado a otro tuvimos que cruzar un checkpoint por el que cada día deben pasar miles de personas (en su mayoría palestinos) que viven de un lado y trabajan del otro. Para eso deben tener un permiso temporal otorgado por el estado israelí. Como teníamos pasaporte extranjero y pinta de turistas pasamos hacia el otro lado sin problemas.
En Belén la atracción turística principal es la iglesia de la Natividad, construida sobre el lugar donde nació Jesús y uno de los lugares más sagrados de la cristiandad.
Fue mandada a construir por Helena, la madre del emperador Constantino quien hizo del cristianismo la religión oficial del imperio romano. Este mandó a su madre a buscar los lugares santos en Palestina donde luego se erigirían iglesias tan importantes como esta o la del Santo Sepulcro. Entrar al lugar en el que se inició una de las religiones más extendidas en todo el mundo y ver las reacciones de los peregrinos fue una experiencia conmovedora. No por el lado espiritual, sino por lo simbólico del lugar en el que estábamos.
Al salir de la iglesia, y a diferencia de los otros tours organizados que vuelven a Jerusalem, nos adentramos en Belén, una importante ciudad árabe. Fue la primer sensación de estar en Medio Oriente. Eramos los únicos extranjeros paseando por la ciudad y la gente nos recibió muy cálidamente, dándonos la bienvenida, la mano (a Pau), e invitándonos a tomar té.
Vivimos un poco (muy poco) el conflicto del otro lado, y ese fue el segundo impacto del día (en la oficina turística de Belén te dan un folleto con la "Historia de la ocupación").
De vuelta a Jerusalem pudimos observar el otro lado del muro que está lleno de grafitis y pintadas.
El cruce del checkpoint fue más chocante que a la ida. Las medidas de seguridad eran tremendas, y superado el control, nos encontramos con una enorme cola de palestinos que volvían a sus casas después de un día de trabajo.
En toda la historia se han levantado muros que separan pueblos, ideologías, o formas de ver y de vivir en el mundo. Haber estado en los dos lados de una de esas construcciones hizo que nos fuéramos de ahí con sensaciones encontradas: por un lado la incomodidad (y en algún momento vergüenza) de estar del lado de los afortunados; y por el otro la suerte de estar de ese lado.
Una buena dosis de realidad.
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si siguen viviendo y escribiendo cosas tan interesantes hasta se me van a ir las ganas de escribir mi blog...
ResponderBorrarchicos! cada día más interesante. Esperamos con ganas los comentarios y fotos de lugares en los que nunca incursionó nadie de la flia. Qué bueno, todo super!
ResponderBorrarbesos inmensos
...y vos Nik, recupera ganas!!
Muy Interesante.
ResponderBorrarUncle John
Ade
ResponderBorrarMe quedo sin palabras para comentar todo lo que estan viviendo! es increible!!! sitios muy interesantes y preciosos!!
Se ve que estan disfrutando mucho!!!!!
Mucha suerte en lo que les queda por ver y descubrir!!!!
Un beso muy grande!!
Ade!